Cómo contar cuentos al estilo Nika Canika: introducción al "tempo" de la narración

Fuente: http://www.gennarovarriale.it
Estoy apestosamente afónica, lo que para mí es una tortura (pero para la tranquilidad familiar parece que va bien, no veas lo difícil que es perder los nervios con tus hijas cuando no puedes gritar). Así que, en vez de cuento, toca "teoría".

Dice la wikipedia que el tempo es la velocidad con que debe ejecutarse una pieza musical y el ritmo hace referencia a la cronología de sonidos y silencios.

Vamos por el principio: si habéis escuchado los cuentos en mp3 que subo a este blog, quizá hayáis pensado "¡como corre!". Y tendréis razón: en este blog corro mucho. Pero es a posta, no vayáis a creer que yo cuento cuentos siempre a toda velocidad.

No, los cuentos tienen que respirar. No es ya que cada cuento tenga un ritmo distinto, no, es que en un mismo cuento habrá pasajes para correr y pasajes para pasear lánguidamente, para dar saltos y para quedarnos absolutamente quietos. No es lo mismo contar (o leer, o...) que ella "estaba tan nerviosa que le latía el corazón a mil por hora y no sabía dónde meterse" que explicar que "cuando la luz del sol comenzó a calentarle el rostro, se desperezó lentamente y se puso en pie con cuidado". El ritmo cuenta, como tantas otras cosas que ya iremos desgranando.

Y además también se trata de dejar que el público respire, de que le llegue la historia. Tiempo para reir y tiempo para emocionarse, tiempo para sentir el terror o la felicidad del protagonista, para crear en su imaginación las imágenes, las sensaciones, las emociones que transmitimos. Si atropellamos la historia le estamos robando a nuestros oyentes la posibilidad de que ésta le implique profundamente.

Y creedme: es muy fácil correr. Incluso los narradores profesionales tienen momentos de nervios en los que la historia es nueva, o el público es difícil, o el ambiente es poco adecuado. Cuando predominan las ganas de acabar prontito frente a las de narrar (señal indudable de que mucho no estamos disfrutando), todos tendemos a correr. Para. Frena. Respira.

¿Y si estoy leyendo? Más a mi favor. Si estoy leyendo necesito un tiempo especial para conectar con esos oyentes a los que la mayoría del tiempo no estoy mirando (lo voy avisando: ya hablaremos de la mirada). Tiempo para mostrar las ilustraciones si las hay o responder preguntas. Incluso para pasar las páginas.

Narrando, leyendo, mostrando, teatralizando... todo tiene su tempo y su ritmo. Respetemos ambos a favor del cuento.

Entonces ¿yo por qué corro? La razón es sencilla: porque no os tengo delante, queridos oyentes. Y así, en el vacío del espacio digital, los espacios en blanco se vuelven eternos.

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